A caballo regalado no le mires el diente.
A quién madruga Dios le ayuda.
A cada cerdo le llega su San Martín.
A la cama no te irás sin saber una cosa más.
A buen entendedor, pocas palabras bastan.
A un clavo ardiendo se agarra el que se está hundiendo.
Afortunado en el juego, desafortunado en amores.
Al que Dios se la dé, San Pedro se la bendiga.
Antes de hacer nada, consúltalo con la almohada.
Cada persona es dueña de su silencio y esclava de sus palabras.